Los trastornos alimentarios son un grupo de trastornos mentales caracterizados por un comportamiento alterado frente a la ingesta de alimentos y una obsesión por el control de peso como respuesta, en general, a una insatisfacción con la imagen corporal.
La predisposición biológica (genética), la presión social, el entorno familiar o el carácter de la persona están implicados en el origen de estos trastornos que tienen consecuencias negativas nutricionales, físicas, psicológicas y sociales, y que pueden llegar incluso a poner en peligro la vida de las personas que los padecen.
Anorexia
Aunque anorexia, etimológicamente, significa pérdida de apetito, éste no suele ser es el caso de la persona con anorexia, de ahí que no sea infrecuente que intercale episodios bulímicos para intentar saciar su apetito. La restricción de alimentos a que se somete la persona con anorexia nerviosa no sólo provoca pérdida de peso, sino que tiene repercusiones generales, como alteraciones del ciclo menstrual (amenorrea o ausencia de menstruación), aislamiento social, disminución de la presión arterial, desaceleración del ritmo cardíaco, excesiva sensibilidad al frío, fragilidad de uñas y cabello, pérdida de masa muscular, etc.
Esta pérdida de peso va asociada también a una pérdida de nutrientes, algo que afecta de lleno a los dientes. El déficit vitamínico y nutricional provoca que el esmalte se vuelva más débil y los dientes queden más vulnerables al ataque de las bacterias. El resultado es un aumento del número de caries, gingivitis, mayor riesgo de periodontitis, movilidad dental y en casos extremos, caída de las piezas.
Bulimia
También afecta especialmente a mujeres pero de edad algo más avanzada, se caracteriza por la ingesta descontrolada de grandes cantidades de comida seguida de sentimientos de culpa que llevan a la persona que la padece a poner en marcha conductas compensatorias (vómitos, diuréticos, laxantes y ejercicio físico desmesurado). La ansiedad, las cefaleas, la hinchazón de la cara o el abandono del cuidado personal son algunas de las manifestaciones generales de este trastorno.
Inducirse el vómito repetidamente es muy nocivo para la dentadura. Al hacerlo, el reflujo de los ácidos estomacales llega a la boca, es decir, a los dientes, y los ácidos erosionan muchísimo el esmalte. Al prolongarse este mal hábito en el tiempo el esmalte se destruye y aparecen multitud de caries además de la decoloración de los dientes.
Existen casos en los que los síntomas han pasado desapercibidos para el entorno familiar más cercano pero sinembargo, en una visita a Tu Dentista de Confianza, el odontólogo es capaz de diagnosticar la existencia de un problema alimenticio.