El verano y las altas temperaturas disparan el consumo de bebidas bien frías. ¿A quién no le apetece un buen granizado o refresco bien frío para calmar la sed? Junto con los helados son el producto estrella del verano.
Desde la Clínica Clidecem os recomendamos que para calmar la sed y combatir el calor, lo mejor siempre es beber agua. Rica y fresca e innocua para la salud. A continuación os contamos las bebidas más peligrosas para vuestra salud oral, muchas de ellas muy consumidas.
Refrescos
Aunque sus sabores son una tentación, su composición es una verdadera maldición. La gran mayoría poseen una excesiva cantidad de azúcar, uno de los principales enemigos de la salud bucodental.
Las bacterias orales sintetizan el azúcar y segregan unos ácidos que erosionan y destruyen paulatinamente el esmalte dental.
Bebidas isotónicas
Este tipo de bebidas se crearon específicamente para los deportistas. Tras un ejercicio extremo, pierden, además de líquidos, muchos minerales y electrolitos. Estas bebidas están compuestas con minerales y vitaminas para evitar que les den las famosas “pájaras”, y entre otros, llevan azúcares en gran cantidad.
Tomarlas de forma habitual, como ocurre, es muy dañino para nuestros dientes ya que estamos ingiriendo innecesariamente grandes dosis de azúcar.
Zumos de fruta en exceso
Si la fruta es saludable, ¿qué tienen de malo los zumos? La fruta debe estar presente en nuestra dieta, y los zumos son saludables, pero en su justa medida. El zumo de naranja, el más habitual, es muy ácido, y tomarlo con demasiada frecuencia acelera la erosión del esmalte dental.
Los zumos de frutas no ácidas, contienen también azúcar, hay que tenerlo en cuenta. Tomar las piezas de fruta enteras aporta fibra y vitaminas, y aunque los zumos también son sanos, conviene no abusar.
Líquidos extremadamente fríos o calientes
Los cambios bruscos de temperatura son muy dañinos para la salud de los dientes. Al ocurrir la pulpa dental (nervios del interior del diente) se dilata y genera dolor. Si ocurre con frecuencia acaba por calcificarse debido a la falta de espacio y, aunque cesa el dolor, implica que los nervios del diente no funcionan.